miércoles, 8 de agosto de 2012

Amores Secretos


Media tarde, estamos en un parque, mi hija pequeña que juega inocente en un columpio y yo, por suerte  mi marido ha decidido a última hora que el partido de futbol es mucho mas importante que nuestra hija, y yo lo agradezco, si no la cita habría sido un completo desastre.

Cualquiera diría que para ir a un parque me preocupo demasiado de mi aspecto, un poco maquillada pero sin que se note, un vestido veraniego de tirantes, de colores cálidos y unas sandalias a juego, para sentarme en un banco y ver a mi hija de 4 años jugar con otros niños, hacer castillitos con la arena y bajar por el tobogán con ayuda de su madre

Pero todo esto tiene una explicación más profunda que el simple ser superficial que aparento para ocultar lo que siento.
Impaciente miro a un lado y a otro, esperando que aparezcas como siempre, con tu hijo al que siempre llevas desastrosamente adorable, tus pantalones tejanos, tu camisa vieja y esa coleta que parece más de un caballo que de una persona pero que te queda extrañamente genial.
Mi nerviosismo inicial se convierte poco a poco en algo mas externo, un tic en mi pierna que se mueve inquieta mientras te busco desesperada con la mirada, no apareces, nunca apareces cuando te busco
Cuando pierdo toda esperanza, cuando me centro solo en mi hija, en hacerla feliz y me olvido de ti, de que no vas a venir y todo va a ser tranquilo escucho la risa traviesa de tu hijo Ivan que viene corriendo hacia mi y se me engancha en la pierna con esa sonrisa burlona que me enseña que se le ha caído otro diente de leche y que el ratoncito perez va a venir hoy.

Te vi caminar hacia mi, con tu eterna sonrisa, tus gafas de sol y tus ropas comodas y que me parecen mas sexys en ti que en mi marido

Te sientas como si nada a mi lado y me sonries y saludas empezando a mirar a los niños como cualquier otra madre, con la única diferencia es que coges mi mano disimuladamente y me dices un “perdona me ha costado vestir al peque”
Mi sonrisa se ensancha y dejamos pasar las horas cogidas de la mano, mirando a los niños, viendo como los otros se van y nosotras nos negamos a abandonar nuestro lugar especial, nuestro lugar intimo y personal nuestro refugio donde podemos ser un poco nosotras ante el juego inocente de nuestros hijos.

Se hace de noche y cada una cargamos a nuestros hijos en brazos y como siempre decides acompañarme a casa donde no me espera nada más que mentiras.
Llegamos al portal, los niños duermen y me despido con una sonrisa hasta que vuelves a llamarme pajarillo, entonces te miro, me sonries y me besas dulcemente para decirme “la misma hora el mismo lugar”

Ese beso me da las fuerzas, para un dia mas, sonrio, cargo a la niña, me meto en casa mientras tu te vas

martes, 7 de agosto de 2012

Juego de niñas


Todos los descubrimientos suelen pasar por accidentes, o eso es lo que se les había explicado en clase aquella mañana, una de las pocas clases en las que solían estar despiertas aunque una de ellas,  pelirroja de trenzas y el mono tejano con camiseta amarilla se pasara el rato dibujando en la libreta o en la mesa y la otra con el cabello largo suelto castaño pendientes en forma de Luna, vestida con pantaloncitos tejanos y camiseta de manga corta, una corbata oscura mordiera su lápiz, escribiendo notas musicales en su cuaderno, solo pensando en volver a casa y sacar la guitarra para empezar a practicar.
Justo entonces sonó el timbre, y ahora se encontraban las dos, de camino al baño, soñando despiertas sobre que harían más tarde, o sus planes de vida futuras llenas de sueños, esperanzas e ilusiones, pero siempre juntas.
Al final del pasillo, de un instituto algo viejo y con pintadas en las paredes se encontraba el baño, normalmente cerrado durante las horas de clase, pero durante los recreos abierto
Entraron en el, bromeando y soñando, no había nadie, o eso pensaban, un leve murmullo se escuchaba del fondo, dos risas, dos voces, dos amantes secretas una junto a la otra se daban sus momentos íntimos ocultas de los demás.
Las dos amigas, movidas por la curiosidad se acercaron a ver de donde provenían los susurros.
Escondidas, caricia contra caricia las dos amantes se besaban, suave y tiernamente mientras sonreían entre beso y beso.
Sorprendidas, extrañadas las dos amigas marcharon corriendo, hacia el aula guardando en sus mentes el secreto de lo ocurrido
El resto del día lo pasaron extrañadas, mirándose la una a la otra y sonriendo bobamente.
Las clases finalizaron y las dos juntas, se fueron a casa, juntas, hablando del tema, de lo curioso que era para ellas la situación que por accidente habían descubierto.
A media tarde, solas las dos, con un plato con galletas y un par de batidos de chocolate seguían dándole vueltas al asunto, de no entender, de no imaginar lo descubierto, hasta que una de las dos lanzo la gran pregunta
- Y si lo intentamos?- pregunto la chica de la corbata, con una galleta en la mano
Su amiga asintió, se acerco a la otra , a gatas como una gatita juguetona, unos segundo que parecieron eternos, un beso en principio pequeño una sonrisa tras ese beso, y segundos después, un beso mas alargado, mas cariñoso, dos amigas que se vuelven amantes

lunes, 21 de mayo de 2012

El libro del Angel






Cientos, miles de veces le habían prohibido acercarse a aquel lugar, a aquella casa señorial abandonada por el paso de los años y renegada a un segundo plano en aquél barrio al que pocos podían aspirar, aún y así ella tomó la decisión de ignorar todas las voces, todas las órdenes que disfrazadas con una sonrisa le cortaban las pocas alas de libertad que le quedaban.

Aquella tarde llovía y la noche se cernió sobre el pueblo antes de lo que se esperaba para una época tan veraniega, que ahora parecía más típica del frío invierno que del caluroso y sofocante verano.

No llevaba paraguas, no le gustaban y no los necesitaba, fueran cuatro gotas o un diluvio le encantaba la sensación del agua rozando su cara, acariciando sus mejillas y haciendo que sus cabellos se pegaran a su piel.

Se paró ante aquella gran mansión, con los ojos puestos en ella fijamente, como si quisiera desafiarla, como si la partida que iba a empezar fuera a ganarla ella de una vez por toda.
En su reproductor de mp3 algo viejo y escacharrado pero con forma de gato sonaba música tranquila, que contrastaba totalmente con el aspecto exterior de la joven algo desaliñado y muy informal.


Trepó la valla con pocos problemas saltando al interior de un jardín que había conocido tiempos mejores y ahora era algo más parecido a una selva que otras cosas.
Avanzó con cuidado entre la  maleza, siempre atenta a no ser descubierta porque entonces volverían a frenar su camino hacia aquella gran casa desconocida que siempre llamaba su atención.

Tras una pequeña batalla con unos zarzales, que solo consiguieron estropear un poco mas su camiseta, por lo que soltó un pequeño gruñido, al fin y al cabo esa camiseta era de las que más le gustaban y ahora tenía un par o tres de agujeros nuevos en ella y sería difícil conseguir una nueva de ese estilo pues ya tenía muchos años, a decir verdad se la había regalado Abel hace mucho tiempo ya que él no la usaba, se le había quedado pequeña y antes de tirarla se la dio a Lilith.

Al final y después de perderse entre sus recuerdos sobre aquella camiseta llegó al umbral de la casa, observando aquella puerta de madera algo carcomida y con más de una telaraña dio un largo suspiro y puso su mano en el picaporte, nunca se sabe, quizás con eso pudiera entrar, pero no fue así, la puerta no cedió ni un centímetro.

-Sería demasiado fácil si me dejases entrar a la primera- dijo con ironía y suspiró paseando por alrededor de la casa, buscando una ventana, una grieta, algo que le permitiera entrar a aquel lugar al que todo el mundo le prohibía ir.

Al final, después de mucho buscar la encontró, una ventana abierta en el segundo piso, cerca de un árbol que parecía tener la suficiente fuerza como para cargar el peso de la chica, que sonreía satisfactoriamente, pensando que por fin ganaba la partida a aquella casa señorial.

Se acercó lentamente hacia un árbol de aspecto viejo y desgastado, pero que parecía lo suficientemente fuerte como para soportar su peso y que ella podría subir hasta donde estaba aquella ventana que le permitiría al fin entrar en aquella casa.
Un pie, colocó solo un pie en el tronco, en un pequeño agujero que tiempo atrás había sido la guarida de algún pequeño animal, pero que ahora también había sido abandonado y olvidado por el resto del mundo, apoyó el pié un poco mas, agarrándose con las manos a una rama un poco más alta e impulsarse con las pocas fuerzas de su cuerpo logró llegar hacia las ramas más altas de aquel árbol, el camino hacia el interior de aquella casa que tanto se le resistía.

Un poco más de fuerza, las gotas de lluvia seguían mojando su cara y su cuerpo pero eso no le importaba, su única obsesión, su intención era llegar a aquella ventana y poco a poco lo iba logrando, iba llegando cada vez más arriba.

Las manos entumecidas a causa de la lluvia el cuerpo le temblaba levemente y la ropa se le pegaba a la piel, marcando su cuerpo, que se ocupaba siempre en ocultar tras unas cuantas capas de ropa ancha más propias de un chico que de una chica, pero eso a ella le traía sin cuidado, simplemente trepaba por aquel árbol poco a poco y con esfuerzo hasta que al fin logró llegar hasta la rama más cercana y con algo de consistencia para que poco a poco se fuera acercando hacia su objetivo.

Paso a paso, poco a poco, procurando que sus pies no se resbalaran de la rama fue llegando, apoyando sus manos ahora en el marco de la ventana, para tener mayor punto de apoyo y saltar al interior justo antes de que la traicionera lluvia aumentase su intensidad y empezase a granizar de manera violenta, como si quisiera atacar a la joven que por fin había logrado entrar en la mansión inquebrantable.

Después de unos segundos de asombro por su parte se levantó poco a poco de la moqueta en la que estaba sentada y miró a todas partes, donde la oscuridad lo dominaba todo.

Buscó dentro de su bolso, apartando demasiadas cosas inútiles que tenia dentro hasta encontrar una linterna pequeña y de color oscuro que siempre le acompañaba, primero comprobó que tuviera pilas, después un par de golpecitos contra la palma de su mano y al fin, la linterna funcionó, una pequeña luz que desde el exterior era imperceptible y desde el interior le permitía investigar con mayor seguridad, era aquello o caminar a oscuras por una casa en ruinas.
Tras unos segundos de observación de aquel pasillo empezó a caminar, apuntando a todas direcciones con aquella linterna mientras caminaba sobre aquella vieja moqueta de color ocre cubierta de polvo y desgastada, abandonada a su suerte, una casa interesante, con razón se sentía tan atraída por aquella casa y ahora tenía la oportunidad de explorarla por completo.

El silencio reinaba en aquella casa, solo interrumpido por los paso encharcados de la joven, que miraba con curiosidad cada elemento decorativo de la casa sacando de su bolso una cámara pequeña de fotos, y empezó a fotografiar todo aquello que le parecía interesante, cada dos o tres pasos una foto, un recuerdo, algo que luego colocaría en su vieja libreta que había convertido en un álbum de fotos improvisado que poco a poco llenaba con fotos de lugares de aquella horrible ciudad y de gentes, bueno solo de una persona, de Abel, que era el único que parecía mantener una amistad con ella.

Con la calma y la seguridad de que aun tardarían al menos una hora en encontrarla se acercó a la primera puerta que encontró, de madera oscurecida y algo desgastado y el picaporte oxidado y viejo.
La joven sonrió abiertamente pensando que sería fácil abrirla ya que estaba tan o más vieja que aquella casa.

Dirigió su mano hacia el picaporte, apretándola suave pero con firmeza tirando de el con la esperanza de que la puerta cediera enseguida, pero para su sorpresa, esta no cedió ni un milímetro, se mantuvo orgullosa en su posición, prohibiendo la entrada de la joven al interior de la estancia, ocultando de nuevo sus secretos a la joven que tiro un par de veces más del picaporte antes de rendirse ante la victoria aplastante de aquella puerta.

Con un poco de decepción en la mirada avanzó hacia otra puerta, buscando por segunda vez el poder entrar a una sala cerrada con otra puerta que lo prohibía, tan imponente y fuerte como la anterior esta también se negó a dejar conocer sus secretos a la joven Dali que algo mas decepcionada avanzó hasta encontrar unas escaleras más propias de una película de terror que de una casa de aquel estilo.

Miró a todas partes, como buscando que hubiera alguien para detenerla, y al no encontrar prohibición alguna empezó a subir aquellas enormes escaleras para llegar al último y tercer piso de aquella enorme casa.

Subió poco a poco, peldaño a peldaño, con la esperanza de encontrar por fin, algo interesante en aquella amplia casa señorial que pese a sus intentos y logros por entrar, aun no le dejaba ver lo que escondía en su interior.


Paso  a paso, dejando que la estancia la envolviera completamente, de nuevo con la linterna en la mano decidió que el silencio ya hacía demasiado que reinaba en aquella gran casa infranqueable, así que ni corta ni perezosa, sacó de su bolso el mp3 con forma de gato y se puso los auriculares.

En su cabeza empezó a retumbar la música estridente que empezaba a reproducirse en el mp3 y que, aunque no lo pareciera no le distraía en absoluto de su plan inicial, que era investigar y recorrer aquel edificio.

Al llegar arriba del todo de aquella escalera se pudo vislumbrar un largo pasillo que parecía no tener fin conocido, pero que lógicamente, cuando apuntó con su linterna, el final del pasillo apareció con una mesita de madera carcomida y un horrible florero color crema y unas flores marchitas

Volvió a sacar la cámara de fotos, fotografiando algunos detalles que luego enseñaría a Lilith y a Abel cuando volviera al refugio, eso sería prueba suficiente de que había logrado entrar en aquel caserón.

Pero no se marcharía hasta poder entrar en alguna de las habitaciones.

Le llamó entonces la atención una puerta de madera de roble desgastada, como el resto del edificio y se dijo a si misma que esta vez lograría entrar.
Puso de nuevo su mano en el picaporte, moviéndolo un poco, tirando de él, este parecía no ceder ante la tozudez de Dali, que tiró una y otra vez hasta que este, agotado, desgastado y viejo empezó a ceder y a venirse abajo, todo por la cabezonería de la pelirroja que había decidido no rendirse en aquella aventura que llevaba años tratando de conseguir.
Un poco más, solo un poco más se dijo a si misma tirando cada vez más, notando sus manos entumecidas, doloridas y literalmente echas polvo por todo lo que había realizado en tan poco rato.

Un tirón más y la puerta finalmente cedió, mostrando avergonzada la intimidad de aquel cuarto solitario, oculto y cubierto de polvo
Un grito de alegría y victoria escapo de la empapada joven cuando vio aquella puerta al fin abierta.
Saboreó aquel momento, se relamió como si tuviera delante el más delicioso y enorme helado de fresa y vainilla, y entró poco a poco a aquel cuarto.
Encendió la linterna, porque obviamente no se veía nada, ¿Qué le esperaba en su interior? ¿Qué sala extraordinaria podría ver? ¿Un dormitorio? ¿Un comedor? ¿Una sala de juegos? Muchas ideas, muchas posibilidades se le ocurrieron a la joven mientras enfocaba el cuarto con aquella linterna y finalmente una sonrisa cruzó su cara de oreja a oreja, lo mejor que podía haber encontrado en aquella casa; la biblioteca.

Su paso fue más acelerado al ver que toda aquella habitación estaba llena de libros del suelo al techo, tenía también un butacón color miel, cubierto por un plástico y este a su vez, protegido por una enorme capa de polvo que era la dueña y señora de la estancia, no muy lejos del butacón hay una pequeña mesa de roble, con un candelabro en medio y velas a medio fundir dando a la estancia un aspecto antiguo pero que a Dali le parecía encantador y muy atrayente.
Una lámpara de pie y con dos estrellas se encontraba situada tras el butacón, seguramente para cuando, al caer la noche, la persona que habitase aquella sala podría seguir leyendo horas y horas.

Dali sería feliz  en aquel cuarto, sólo necesitaba unas hamburguesas y montañas y montañas de libros, paseaba sus dedos por los lomos de algunos libros, mirando con curiosidad los títulos, los autores, cada libro era un mundo nuevo para ella.
Algunos ya los había leído, libros que había cogido de la biblioteca, que Abel le había regalado o que Lilith le había prestado alguna vez.

Cogió unos cuantos libros al azahar, dejándolos sobre la mesa, ahora que había entrado pasaría allí toda la noche leyendo y así no tendría que volver al refugio, cualquier lugar sería mejor que el refugio.

Seguía buscando más libros con los que pasaría aquella noche maravillosa en la casa que tanto había deseado invadir.
Entre tantos libros, cubiertos por el sucio polvo uno destacaba entre los demás, uno llamaba la atención, uno de tapas blancas, con unas letras plateadas y sin una pizca alguna de polvo, un libro del que jamás había oído hablar y que enseguida hizo que dejase de lado todos los libros anteriores para tratar de alcanzar aquel libro.
Estaba en uno de los estantes más altos de una de las librerías, miró a izquierda a derecha y buscó algo en lo que subirse para alcanzar aquel libro que tanto le llamaba la atención.

En un rincón, como si pareciera ocultarse de ella, una péquela escalerilla de color negro cubierta también por una capa de polvo hizo sonreír de nuevo a Dali, que pensó que con aquello lograría alcanzar aquel preciado libro, empezando a ser una nueva obsesión en la joven.


Se acercó a aquella pequeña escalera y la cogió con manos firmes, acercándola a la estantería donde aquel libro se encontraba.
La colocó contra la estantería, y se aseguró muy poco de que esta aguantaría su peso o que la madera de la que estaba fabricada estaba en buen estado, aquello carecía de importancia, lo único que merecía la pena era aquel libro de blancas tapaduras cuyo nombre en plata era el suyo.

Subió la escalerilla apresuradamente, tratando de alcanzar el libro, poniéndose de puntillas y cuando casi tenía el libro la escalerilla empezó a ceder.
Atrapó el libro justo a tiempo, cuando la escalerilla se partió dejando que la joven cayera al suelo, con el libro entre sus manos, levantando una enorme polvareda que la hizo estornudar, pero que no soltó el libro para nada.

Se levantó del suelo, sin limpiarse la ropa, con un pequeño dolor en la espalda y se dirigió al butacón, quitándole el plástico, levantando aun más polvo y se sentó sobre él.

Abrió el libro, acariciando las primeras páginas, no había autor, no había editorial ni siquiera una marca registrada ni algo que le indicase de donde provenía aquel extraño libro
“Este libro está escrito para aquella cuyo nombre es el título, todas las respuestas serán reveladas en su interior”
Aquella extraña dedicatoria la intrigó más aun, la releyó dos o tres veces pero cada vez que la leía se daba más cuenta de que aquel libro la llamaba a ella.
Se acomodó mas en el butacón y empezó a leer un extraño prologo que no tenia pero a la vez si tenía sentido, algo que la mantenía concentrada, olvidándose por completo, del tiempo, del clima, de la seguridad, incluso de cenar.

Parecía que había pasado una eternidad, y aun seguía concentrada en las primeras palabras que el libro le mostraba, no importaba nada mas, no necesitaba nada mas, solo aquel libro.

 El tiempo no tenía sentido, nada tenía sentido, solo aquel libro que devoraba con atención, releyendo por si acaso dos veces cada página y solo iba por el prólogo.

La paz y la tranquilidad de aquel improvisado refugio en el que había encontrado paz fue interrumpida por unos golpes en la puerta principal, golpes violentos, agresivos, fuertes, hicieron que la casa temblara y sus puertas cedieron ante la violencia de los que entraron en aquel santuario de silencio y paz

Reconoció las voces enseguida, eran adultos del refugio, aquellos que se encargaban de controlarlos y vigilarlos, de que ninguno no saliéra del redil, o eso les explicaba el cura que dirigía el refugio para almas perdidas y abandonadas.

Al escuchar aquellas voces, aquellos gritos profanando su recién encontrado templo de paz, no supo porque, pero oculto aquel libro en su bolso, entre las mil y una cosas que tenia dentro, pero que no eran para nada cosas femeninas, pero seguro que así no registrarían el bolso, podría llevarse su nuevo tesoro al refugio.

Se quedó de pie, delante del butacón cuando aparecieron en su búsqueda, tres hombres, empapados, molestos, muy cabreados con Dali, aquella noche se quedaría sin cenar

En el mismo momento en que los vio no pudo evitar una sonrisa y miles de preguntas en su mente ¿Cómo habían podido entrar tan fácilmente si a ella le había costado muchos esfuerzos y penurias?
No le dio tiempo a preguntar mucho mas cuando uno de los hombrees se acerco, empapado y la cogió con fuerza del brazo derecho
“No deberías estar aquí Dali” fue lo único que le dijo antes de sacarla casi a rastras de la biblioteca
-Pero Ismael….- le llamó por su nombre pero este no atendía a razones
-Dali, me has hecho salir de noche, lloviendo, y se me ha arrugado mucho el traje, ¿Quién te crees que eres para hacer que todos los del centro perdamos nuestro tiempo buscándote? No mereces tanto la pena como para que tengamos que estar pendientes de ti

Ismael siempre actuaba así con ella, no tenia nunca una palabra amable ni reconfortante hacia la joven, siempre trajeado con ese cuerpo demasiado musculado y esos cabellos blancos y sus entradas demasiado marcadas para un hombre de 40 años como él.

Dali siempre procuraba no acercarse demasiado porque siempre acababa recibiendo y esa no iba a ser una excepción, Ismael era muy estricto y pesado para ella.

Al poco salieron de la casa, la muchacha se despidió con la mirada de aquel lugar tan extraño, jurándose a sí misma volver en cuanto tuviera una oportunidad de hacerlo, aquel lugar aun tenía muchos secretos para ella, pero se llevaba el mayor de todos escondido entre sus cosas, el libro blanco con su nombre grabado.

Ismael introdujo de muy malos modos a la chica en la furgoneta y de un solo golpe y esta se cerró, dejando a la joven atrapada de nuevo en su interior.

El vehículo arrancó, con un estruendo horriblemente ensordecedor, como si un petardo mal encendido explotase dentro de una lata, y se fue calle abajo, llevándose a Dali de nuevo a su cárcel, con el libro oculto, y el secreto al descubierto



Ilustración de
Marisa Martinez

lunes, 9 de abril de 2012

Entre dar y recibir...prefiero sonreir

Una mano, eso es lo que buscamos muchas veces, una mano amiga, una luz que nos guíe, un consejo que acierte la necesidad de nuestro dolor, y lo buscamos tan desesperadamente que no nos damos cuenta de realmente donde esta esa luz


Nos cegamos con lo que no nos dan, pero no valoramos lo que si tenemos, o no queremos valorarlo porque echamos tan en falta lo que no nos dan, aunque sea una insignificancia que perdemos el valor de las personas casi sin darnos cuenta


Pero eso lo hacemos todos, en mayor o menor medida, en cualquier momento de esta larga pero corta vida


Hay siempre una fracción de segundo en la que reclamamos lo que no se ha echo por nosotros sin darnos cuenta de todo lo que si se nos ha otorgado

Amigos, familia, conocidos y gente que va y viene en nuestras vidas, incluso un autentico desconocido con el que acabamos hablando diez minutos porque la situación lo requiere, se queja de su mala suerte, su desgracia, o de algo que “yo no me merezco”


Son pocas las personas a las que he oído decir “tengo la suerte de contar con x o con y” o “hoy me he pasado el día con fulanito o con menganito”

Realmente los seres humanos, por naturaleza, somos egoístas, somos egocéntricos y como he dicho antes no valoramos lo que tenemos, bueno si, lo valoramos cuando ya lo hemos perdido y muchas veces no hay marcha atrás y no podemos recuperar nada de lo que teníamos


Es muy fácil dar las gracias por según que cosas, tan fácil que nos olvidamos de hacerlo

es muy sencillo sonreír, mirar a los ojos y decir “gracias por venir” o “gracias por comprender”


Aunque por lo que se ve es muchísimo mas fácil decir “es que yo no tengo esto” o “ es que no me han dado aquello”


¿No podríamos ser mas humildes?

Y no me salvo ni yo, reconozco que yo también en alguna ocasión he dicho un “no tengo esto” sin valorar que hace una hora me han dado alguna alegría, aunque sea la chorrada mas grande del mundo, pero que me la han dado, siendo una chorrada, sabiendo que me haría sonreír


Por eso este año, hace casi un mes que tengo 28, quiero dar las gracias y valorar todo aquello que se me ha dado

Grandes amigos, nuevos caminos, nuevos retos e incluso nuevas chorradillas que puedan surgir, todo son novedades en mi vida, cosas que quiero aprender, conseguir, conocer e incluso mejorar para llegar a ser mejor persona


Quizas no sea la mas indicada para decir eso pero un consejo si quiero dar


Aprendamos a valorar mejor lo que tenemos y no a quejarnos por lo que no se noas ha dado aun, pero puede que tarde o temprano se nos pueda dar


Para todo lo demás....Sed Felices

lunes, 13 de febrero de 2012

Smile

Existen muchas formas de amar, muchas formas de respetar y muchas formas de caminar, busca tu camino, síguelo y asegúrate de estar orgulloso de el

El amar no se refiere solo a la persona que dice ser “tu alma gemela”

El amor tiene muchas caras, muchas facetas, muchos matices no es nunca igual, ni peor ni mejor ni comparable, simplemente se ama porque se quiere que la otra persona sea feliz

Pero como he dicho en un principio existen muchas formas y muchas personas a las que amar

Amas a tu pareja, porque para ti no existe otra cosa, simplemente con verle sonríes, tus problemas y tus pesares parecen disminuir y sientes felicidad solo con que te llame o puedas verle, ese amor yo lo he sentido, y no me arrepiento de haberlo sentido

Ahora tengo distintos matices, no es exactamente amor, son variantes

Tengo algo que no cambiaría por nada del mundo, tengo unos amigos que valen un imperio, por los que daría mucho más que por una pareja. Aquellas personas que te sacan de un pozo negro, que te hacen valorar tu propio camino, que hacen que sirva de algo todo lo recorrido.

Se podría decir que en ese aspecto soy afortunada, porque tengo a mi lado unas personas maravillosas, unas luces brillantes que me guían por un buen camino y si me equivoco me lo hacen saber, me saben frenar y me hacen ser mejor persona.

Podría decir nombres pero ellos ya saben quién son, ellos saben lo agradecida y pesada que puedo llegar a ser dando las gracias mil y una veces y volvería a hacerlo.

Mentiría si dijera que no necesito a alguien que de vez en cuando me de un abrazo, me diga que soy especial, o un suave beso en mis labios, una caricia en mis mejillas o una sonrisa tierna y sincera, sobre todo si es más alto que yo.

Pero como he dicho, esa sonrisa tierna y sincera me la dan muchas personas increíbles, personas que han llenado el vacio de ese ser especial al que se suele llamar alma gemela.

Muchos pedacitos de cada uno me han hecho sentir viva, completa, de nuevo yo, aunque no sea la yo de antes, soy una Sara nueva, con ganas de vivir, de seguir adelante y de por qué no, volver a confiar.

Tiempo, todo lo cura, mentira, pero hace olvidar lo malo y quedarte con lo bueno.

Y no, no tiene nada que ver la fecha de San Valentín, nunca lo he celebrado, pero si digo una cosa, a esas personas que lo han celebrado y que por mala pata o caprichos del destino no podrán celebrarlo, sonreíd, porque las sonrisas pueden hacer cambiar un mundo, pueden convertir un día frio y gris en el mejor de los días

Sonrie porque la vida ya es demasiado triste y difícil como para que haya una cara triste mas

Muchas gracias a todo el mundo, ya sabéis quien sois

Para todo lo demás..

Sed Felices

miércoles, 8 de febrero de 2012

Las buenas doncellas

Cuenta la leyenda que hace tiempo, mucho tiempo un famoso mago dio a un reino la oportunidad de concederles un deseo a cada uno de sus habitantes, ya fueran campesinos, nobles e incluso marqueses que en su corazón albergaran sentimientos de pureza y nobleza sin par.

Muchos deseos vanidosos el mago encontró en su camino, oro, riqueza, poder, todos aquellos deseos egoístas fueron rechazados uno por uno por el poderoso ser.

No obstante algunos actos de buena voluntad se sucedían durante su camino; algún padre enfermo recuperaba la salud, un niño perdido que volvia a casa y alguna joven triste y solitaria encontraba el amor, actos que hacían tras aquella barba gris el mago sonriera, contagiado por la felicidad de aquellos a los que ayudaba.

Los días pasaban y los deseos de buena fe se concedían por todo el reino, en algún pueblo, en algún lugar un deseo o dos al día eran concedidos y algunos seres egoístas volvían a su casa con sus manos vacías.

Caminando por senderos olvidados el mago llegó a un camino sin señales, solo un camino de tierra que seguramente llegaría tarde o temprano a algún lado.

Movido por la curiosidad empezó a recorrerlo solo con la ayuda de su bastón y de la curiosidad que le guiaba por el camino. Pasaban las horas, el camino parecía interminable, la noche caia asi que se detuvo a pasar la noche bajo el cobijo de un roble viejo para la mañana siguiente emprender su camino

Co el primer rayo de sol el mago despertó, ante el un niño pequeño vestido de campesina le observaba, el mago pensó que quizás era tan pobre que tenia que usar las ropas de alguna hermana.

-¿Vives por aquí pequeño?

El niño asintió y señaló el camino

-¿ Me puedes guiar a tu casa?

El niño asintió y tiro del mago.

Por el camino el niño le mostraba cosas curiosas al mago como una roca en forma de flor o un rio de color morado, cosa que el mago no entendía si el chico no se las explicaba

“El rio es morado porque las mamas tiñen las ropas en el” le explico mientras seguían charlando

Tras una larga caminata llegaron al pueblo, uno pequeño y acogedor, aparentemente como todos los demás.

Caminando por sus calles vio mas cosas que no comprendía, doncellas vestidas con ropas de hombre, cabellos cortos y una amplia sonrisa como si fuera lo más normal, hombres como el niño, vestidos de mujer, con cabellos largos y los comportamientos mas femeninos que había visto jamás.

El mago no comprendía nada, era el pueblo mas extraño que había visto en su vida y aun siendo tan extraño eran las personas mas felices que el había visto jamás

El niño entro a casa, y al cabo de poco una mujer, vestido como una mujer salió a recibir al mago con ese chico tras ella y con la mayor de las sonrisas le invitó a entrar y le ofreció un cuenco de sopa caliente.

-No puedo evitar preguntarme porque en este pueblo las mujeres visten como hombres y los hombres como mujeres- comento tras una larga conversación

“mi señor, aquí la gente se viste acorde a lo que es, no importa que hayan nacido como hombre o mujer, si lo que sienten es que son distintos y se visten como tal, no nos importa lo que nos digan los demás, si mi hijo siente que es una doncella, una doncella será.

El mago se quedo sorprendido por aquella aclaración y reflexiono unos segundos antes de hablar

-Tengo el poder de conceder un deseo puro a cada habitante de este reino, si usted lo desea puedo hacer que su pequeño sea una doncella-

La mujer sonrió y negó con la cabeza, con esa dulce sonrisa mirando al mago

“Señor, si usted hace eso mi hijo no comprenderá el largo camino que debe seguir para ser la mejor de las doncellas, el camino será difícil, duro y con muchos problemas, pero solo si lo sigue, si lucha por su deseo será capaz de ser lo que anhela ser, una mujer hecha y derecha.

El mago sonrió, y por primera vez en todo el viaje se marcho de un pueblo, de gente pura, sin conceder ningún deseo

martes, 7 de febrero de 2012

Vivir

Todas las historias tienen más de un punto de vista, más de un camino que llevan todos a un mismo final, un final incierto al que solo podemos llegar de un modo, viviendo.

Nadie dijo que fuera un camino fácil, si fuera así, la vida resultaría muy aburrida, y lo interesante de vivir son las complicaciones, y los giros inesperados que esta nos presenta, mas tarde o más temprano, pero siempre están.

Lo más difícil es escoger un camino que sea el correcto, la verdad es que ningún camino es 100% correcto o hace el mismo bien para todos, pero sabes que has escogido mas o menos bien cuando puedes acostarte cada noche, sea la hora que sea y sonreír, y levantarte por la mañana con esa sonrisa, una franca y pura, que nadie puede entorpecer por muy extravagantes o rocambolescos que sean nuestros gustos y deseos para vivir.

Igual que los caminos no son siempre los mismos las personas no somos todas iguales, si fuéramos tan iguales como los caminos, el vivir no tendría ningún aliciente, ninguna diversión, nada importante, viviríamos por vivir.

Realmente empiezas a vivir cuando encuentras motivaciones importantes, que para los ojos de los demás son hobbys, tonterías, pasatiempos o caprichos, pero para ti mueven montañas, el momento en que sientes esas motivaciones, que las tienes, que las encuentras es cuando realmente estas vivo, caminas y sientes.

Es entonces, y solo entonces cuando puedes gritar al mundo que estás vivo

domingo, 5 de febrero de 2012

Cementerios

Cementerios


Noche, amiga y confesora de lo prohibido, de los pecados más absurdos y los secretos más temidos, dama de compañía de algunos, protectora de sueños de otros, confidente de crímenes sin castigo y desapariciones sin retorno.
Un juego entre adolescentes, unas bebidas de más, apuestas sin sentido, pruebas de valor que solo se exponen cuando el alcohol en su punto máximo hace que perdamos el sentido y el control de la realidad y nos sumerge a todos en la desinhibición.
Un juego para niños, un peligro de adultos, se tiran las cartas, se juega la suerte, se escogen los condenados, la prueba, el camino y para demostrar que se ha realizado, una cámara de fotos,
"Fotografía el camino" se ríen con las botellas de coca cola rellenas de alcohol, algunos siguen las gracias, otros se pierden entre pasiones que lamentaran a la mañana siguiente por el simple hecho de que no recordarán nada de lo ocurrido
La pobre pareja escogida para la broma se ríe, se jacta y se pavonea mientras toman otro trago
"¿Solo eso? Antes de que os acabéis toda la bebida habremos vuelto y entonces seremos nosotros los que nos reiremos ahora"
En medio de risas y canciones los dos "condenados" se marchan, entre risas y gracias con tan solo una linterna y una cámara de fotos.
Los dos chicos iban cogidos de la mano y no por estar tan borrachos que no podrían ni tenerse en pie, ni por tener miedo, simplemente por el amor que se profesaban en un secreto a voces, siempre juntos, siempre de acuerdo, con todo y portando el mismo tipo de colgante, ellos decían siempre que era fruto de la casualidad y del buen gusto, pero se notaba demasiado que era por algo más profundo e intimo.
Caminaban a la par, sin mirarse todavía, no había seguridad en ninguna parte pero cuando estuvieron más alejados, un suave beso entre ambos denotó lo que sentían.

Entre besos y sonrisas y fotografías del camino llegaron a su destino, el cementerio del pueblo, de verjas cerradas y oxidadas y una vieja cadena cerrándolas,
Los muros del lugar protegidos por enredaderas dejadas a su paso libremente, hacían que su aspecto fuera muy parecido al de las novelas antiguas o cualquier película de terror de serie B de esas que son un clásico desconocido excepto para los góticos los frikis mas expertos o cualquier persona con insomnio agudo que no sea capaz de dormirse ni con esas películas.

El camino seguía silencioso, solo el crepitar de las ramas mecidas por el viento daba aun mas el aspecto tétrico que todo el mundo espera que tenga un lugar donde la vida carece de importancia.
La luz del flash de la cámara de fotos iluminaba el camino mientras la prueba de que habían realizado correctamente la hazaña, mientras los besos entre ambos seguían.
Pero no se pueden hacer muchas cosas a la vez y con la poca luz del camino y el despiste, las cosas no pueden salir bien.
Un tropezón, una caída, un golpe en el peor lugar, en el peor momento, uno en el suelo, inmóvil, el otro riendo, pensando en lo torpe patético que es, saca unas fotos mientras se sigue riendo, pero las risas menguan, la preocupación aparece y el miedo a que pase lo peor crece a cada segundo.
Se agacha, zarandea su hombro, le llama por su nombre, una vez, dos veces hasta una tercera vez hasta que mueve el cuerpo de aquel al que ama, para ver una cara inerte, sangrante.

Un grito histérico, el cuerpo le tiembla y le mira y llora, le nota frio y sin responder, en un acto cobarde sale huyendo, abandonando a su compañero, perdiéndose en el camino.
Cuando el grito desaparece y la noche se tranquiliza, la parca, la señora de la muerte, recoge a su nuevo viajero, dejando un cuerpo vacio, sin alma, sin vida, cubierto por una mancha de sangre que se mezcla con la arena y se pierde como todas las alma, en la oscuridad de la noche