martes, 29 de marzo de 2011

Dolor, crecer, andar...


Dicen que todos tenemos que sentir dolor en esta vida aunque no queramos, porque nadie en su sano juicio quiere sentir dolor.

No hablo del dolor físico de cuando te caes de niño jugando en un parque, cuando te pelas las rodillas con esas piedrecitas chiquititas y lloras mas por llamar la atención de tus padres que corren enseguida a decirte “no es nada, esto se va enseguida”


Hablamos de un dolor mas profundo, que nadie quiere, que nadie desea pero que tarde o temprano nos atrapa, nos envuelve, nos reduce y nos deja sin fuerzas, algo que por mas que intentas escapar acaba atrapándote.


Ese dolor que te desgarra, del que no quieres ni siquiera moverte de una cama, mientras abrazas un oso de peluche y lloras cubriendo tu cara con tus cabellos, con una sabana, no importa, no quieres que nadie te vea, no quieres que nadie te toque y buscas desesperadamente, aferrándote a lo primero que encuentras, una manera de que lo que oprime tu pecho sea mas que un mal recuerdo que no quieres volver a sentir en la vida.


Pero tienes que sentirlo, tarde o temprano se siente, en mas de un sentido, en mas de una ocasión y contexto, el dolor de la perdida de un amigo, de un amor, de un sueño, es un dolor indescriptible, pero es un dolor.


Te sientes estar en un pozo negro, te culpas constantemente de todo, ¿que hice mal? ¿porque me pasa esto? ¿porque nos estamos haciendo esto?

Quizás, solo quizás no sea culpa de nadie, solo el tiempo, solo la rutina, el que una persona evoluciona a un sentimiento mayor o pero, pero nada mas.


Las personas crecemos, cambiamos y no siempre la felicidad para unos lo es para otros.

Te tropiezas, te caes, gritas en el mas absoluto de los silencios y te desesperas. Pero hay un momento en el que tienes que aprender a levantarte solo y a caminar paso a paso, a tu ritmo, sin prisas ni presiones, solo cuando te creas capaz de empezar a andar solo.


Te aferras a canciones tristes, a recuerdos pasados para poder sonreír, y cuando ese efímero momento de falsa felicidad se acaba te vuelves a hundir.


Hay una frase que dice “El remordimiento es llorar por lo que no tiene remedio” y ahora la entiendo, mas de lo que nunca pensé que la entendería.

Todo proceso de dolor tiene su duelo, su adaptación y su superación.


Aun estoy en mi proceso de duelo, aun tengo que empezar a andar sola, pero a cada paso, un traspiés, a cada traspiés una mano amiga que no me deja caer, solo me falta verlas, aferrarlas y poco a poco aprender a quererme tal como soy, algo despistada, un poco cabezona, desordenada, romántica, friki y sobretodo un ser humano que ama,siente, padece y vive.


Me gustan las rosas de color amarillo, la lluvia, las fresas y los cómics, las historias de terror y pasarme horas sentada frente una libreta en blanco esperando a que se llene con palabras, con historias, y sueños, esperanzas, deseos, alegrías, penas, dar vida a personajes imaginarios...

Me gusta estudiar enfermería, me gusta estar con los amigos, los fanzines, el mundo en el que entre de casualidad y del que no quiero salir, me gusta tener cerca a los que amo, a los que me aman, me amaban y los que me amarán.

Me gusta viajar, al extranjero y por aquí en España, me gusta Alicante, por su gente, por su cariño, los eventos y ser una persona un tanto borde y antisocial porque no todos tenemos que ser la alegría personificada, no todos podemos ser dulces, agradables.

Si no,el mundo seria mucho mas aburrido de lo que es.


Me llamo Sara Díaz Adán, tengo 27 años, estudio enfermería, tengo toda la vida por delante, y estoy empezando a andar de nuevo, no se que me depararan estos caminos, solo se que empezaré a recorrerlos y que seguro, algo bueno me van a deparar.


Esto no es para dar pena, ni lastima, ni nada por el estilo,es porque lo necesito, porque si no saco de mi interior todo lo que tengo no podre dar el paso necesario para intentar ser feliz


Albergo esperanzas, claro que lo hago, seria tonta, ciega y quizás un poco insensible, pero no puedo cerrarme las puertas, las ventanas y todo lo que pueda darme aire, aun se que quizás no pueda volver a ser lo que era...pero siempre es mejor algo que nada.


Sonreir, ser feliz y andar y espero que los que me conocen caminen conmigo, a mi lado o detrás, pero que no me dejen andar sola.



lunes, 7 de marzo de 2011

de mentiras y pasiones




No es lo mismo, o eso dicen, el sentir las manos de aquel a quien amas que sentir unas manos desconocidas haciéndote lo mismo una y otra vez durante una larga tarde de calor en pleno agosto, pero cuando lo haces por venganza, es un peor, mucho peor


Aun recuerdo el porque decidí hacer eso, una noche sin amor, una noche sin pasión, lo mismo que tu me habías hecho, y que aun sabiéndolo, me lo negabas una y otra vez.


Así empezó este juego de mentiras y traiciones, y 10 años después sigo jugando en camas ajenas dejándote pistas a la vista, que tu por tu estúpida ceguera no eres capaz de ver.


Recuerdo perfectamente el día que te conocí, tras esa mata de cabellos oscuros y ese aliento a vodka negro te encontrabas ahogando tus penas en esa sucia barra de bar, lamentándote por otra conquista fallida, otro mal de amores que perdías poco a poco al igual que la consciencia en el fondo de un vaso sucio al que llamabas cariñosamente “Marck”.


Me senté a tu lado simplemente por lastima, te veía solo y como todo el mundo parecía dedicarse a vivir sus vidas, yo, por estupidez me dedique a darte el consuelo que el alcohol no podía darte.


Ese fue el primero de mis fallos, y el que mas caro pagaría, no se como, pero de una sonrisa, acabé en la cama de un motel de carretera barato ofreciéndote mi cuerpo, por lastima, porque me dabas pena y para ahogar mi soledad entre gemidos fingidos y caricias sin sentimiento ni valor.


Ese fue el primero de muchos desastres sentimentales en mi vida junto a ti, no se como lo hiciste, aun no lo he logrado averiguar ni creo que lo haga nunca.

Aun y así, esas escenas de motel de carretera se iban repitiendo una y otra vez, durante meses, hiciera frío o calor, estuviera ocupada o no, siempre aparecías tras tu melena oscura y tus pintas de matón de barrio cutre y sin credenciales pero que a mi me acabaron enganchando como la peor de las drogas, la mas adictiva; el sexo salvaje y sin control en el que nos meciamos todas las tardes y noches que te dignabas a venir a por mi, cuando necesitabas del calor de mi cuerpo, ni una palabra amable, ni una sonrisa, solo me tirabas del brazo para meterme en tu furgoneta vieja y blanca y me llevabas a otro de los miles de moteles que conocías, cada noche una cama distinta, una decoración cutre y el mismo olor a rancio de todos ellos y tus manos de nuevo por mi cuerpo, haciéndome temblar de puro placer.

Aprendí sin saber a dejar de fingir, a disfrutar de tus sensuales y carcamales actitudes, a depender de tus manos y tu cuerpo mas que del aire para respirar.


Poco a poco esa rutina fue variando, venias menos, a veces pasaba semanas sin verte, y cuando pensaba en rehacer mi vida, porque no tenia nada contigo mas que el calor de una cama, aparecías de nuevo, mas desgastado, feo y estropeado, pero con la misma fuerza en la mano, la misma furgoneta blanca y el mismo tipo de motel, y yo, tonta de mi, caía de nuevo en tus manos, tus caricias y tus mentiras silenciosas.


Al final mi paciencia y mi dependencia dijeron basta, quise cambiar, empezar una vida nueva con alguien que no solo me quisiera para una noche de pasión amarga y con olor a rancio, me busqué a alguien normal, un don nadie de traje y chaqueta, flores y bombones, todo eso hortera que tu jamás me dabas y que yo, muy en lo profundo anhelaba; pero no me llenaba, me faltaba algo que no era capaz de darme, esa pasión y ese desprecio que solo tu eras capaz de darme.

Aun y así, seguí con mi mentira hasta tal punto que no hubo vuelta atrás e hice lo peor que debía hacer, casarme con un don nadie, alguien a quien no amaba solo porque era distinto a ti, solo porque creí que me lo impedirías, pero una vez mas me equivoqué.


Si apareciste, pero cuatro meses después de cometer otro fallo, apareciste en la puerta de mi casa, cuando el no estaba, detrás de esa mata de cabellos oscuros y ese olor a Vodka tuyo, tu mano me sujetó con fuerza, como siempre y tiraste de mi a esa furgoneta blanca, y aunque quería negarme, no lo hice, te seguí a esa furgoneta de la que ya conocía el camino a seguir, un sucio motel de carretera con olor a rancio y una tapicería que solo usaría mi abuela.


Una vez mas caí en tus redes, volviste a ser mi droga, lo único que merecía la pena de un matrimonio sin valor, sin amor, ni siquiera sin sexo porque no dejaba que me tocase, solo podías ser tu.


Llevo 10 años con este juego de mentiras y placeres, como si no pudiera escapar de el, y realmente no quiero escapar.

Sentada en una silla, tejiendo porque si, espero que vuelvas a llamar a mi puerta, a coger mi mano y que por una vez, no sea una escapada de una tarde o una noche,espero que sea la escapada de una vida, que me alejes de esta rutina en la que yo misma me he metido y que te lleves conmigo el fruto de un amor prohibido que llevo en mi vientre.


Mientras esos pensamientos siguen en mi....alguien llama a mi puerta.