Cuenta la leyenda que hace tiempo, mucho tiempo un famoso mago dio a un reino la oportunidad de concederles un deseo a cada uno de sus habitantes, ya fueran campesinos, nobles e incluso marqueses que en su corazón albergaran sentimientos de pureza y nobleza sin par.
Muchos deseos vanidosos el mago encontró en su camino, oro, riqueza, poder, todos aquellos deseos egoístas fueron rechazados uno por uno por el poderoso ser.
No obstante algunos actos de buena voluntad se sucedían durante su camino; algún padre enfermo recuperaba la salud, un niño perdido que volvia a casa y alguna joven triste y solitaria encontraba el amor, actos que hacían tras aquella barba gris el mago sonriera, contagiado por la felicidad de aquellos a los que ayudaba.
Los días pasaban y los deseos de buena fe se concedían por todo el reino, en algún pueblo, en algún lugar un deseo o dos al día eran concedidos y algunos seres egoístas volvían a su casa con sus manos vacías.
Caminando por senderos olvidados el mago llegó a un camino sin señales, solo un camino de tierra que seguramente llegaría tarde o temprano a algún lado.
Movido por la curiosidad empezó a recorrerlo solo con la ayuda de su bastón y de la curiosidad que le guiaba por el camino. Pasaban las horas, el camino parecía interminable, la noche caia asi que se detuvo a pasar la noche bajo el cobijo de un roble viejo para la mañana siguiente emprender su camino
Co el primer rayo de sol el mago despertó, ante el un niño pequeño vestido de campesina le observaba, el mago pensó que quizás era tan pobre que tenia que usar las ropas de alguna hermana.
-¿Vives por aquí pequeño?
El niño asintió y señaló el camino
-¿ Me puedes guiar a tu casa?
El niño asintió y tiro del mago.
Por el camino el niño le mostraba cosas curiosas al mago como una roca en forma de flor o un rio de color morado, cosa que el mago no entendía si el chico no se las explicaba
“El rio es morado porque las mamas tiñen las ropas en el” le explico mientras seguían charlando
Tras una larga caminata llegaron al pueblo, uno pequeño y acogedor, aparentemente como todos los demás.
Caminando por sus calles vio mas cosas que no comprendía, doncellas vestidas con ropas de hombre, cabellos cortos y una amplia sonrisa como si fuera lo más normal, hombres como el niño, vestidos de mujer, con cabellos largos y los comportamientos mas femeninos que había visto jamás.
El mago no comprendía nada, era el pueblo mas extraño que había visto en su vida y aun siendo tan extraño eran las personas mas felices que el había visto jamás
El niño entro a casa, y al cabo de poco una mujer, vestido como una mujer salió a recibir al mago con ese chico tras ella y con la mayor de las sonrisas le invitó a entrar y le ofreció un cuenco de sopa caliente.
-No puedo evitar preguntarme porque en este pueblo las mujeres visten como hombres y los hombres como mujeres- comento tras una larga conversación
“mi señor, aquí la gente se viste acorde a lo que es, no importa que hayan nacido como hombre o mujer, si lo que sienten es que son distintos y se visten como tal, no nos importa lo que nos digan los demás, si mi hijo siente que es una doncella, una doncella será.
El mago se quedo sorprendido por aquella aclaración y reflexiono unos segundos antes de hablar
-Tengo el poder de conceder un deseo puro a cada habitante de este reino, si usted lo desea puedo hacer que su pequeño sea una doncella-
La mujer sonrió y negó con la cabeza, con esa dulce sonrisa mirando al mago
“Señor, si usted hace eso mi hijo no comprenderá el largo camino que debe seguir para ser la mejor de las doncellas, el camino será difícil, duro y con muchos problemas, pero solo si lo sigue, si lucha por su deseo será capaz de ser lo que anhela ser, una mujer hecha y derecha.
El mago sonrió, y por primera vez en todo el viaje se marcho de un pueblo, de gente pura, sin conceder ningún deseo
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