miércoles, 13 de abril de 2011

Recuerdos de una vida


Es difícil explicar toda una vida cuando ya no se recuerda ni lo que se ha desayunado por la mañana. En fin, se supone que siempre he sido una mujer capaz de recordar hasta cuantos ojos tiene una mosca... Ahora no recuerdo ni como se llama mi último nieto o cuando cumple años mi marido. La edad supongo, todo se atribuye a la edad.


Si se te arruga la piel es por la edad, te cuesta andar, olvidas las cosas o simplemente se tiñe de blanco el color de los cabellos. Da igual que una vez fueran rubios o de un rojizo color fuego. Ahora no son más que una pequeña mata de estropajo blanquecina.


Mi hijo, el mayor me ha aconsejado cientos de veces que haga esto. No sé porqué, siempre he tenido una vida muy normal. Pero creo que así estaré entretenida una temporada. Lo suficiente como para no darle la tabarra con que se vuelva a casar, rehacer una vida no es tan difícil, solo se necesita voluntad y dar el primer paso, pero el da los pasos hacia atrás.


Ya sé que amaba a Jacqueline, pero ella ya no está, por suerte o por desgracia se apartó de nuestras vidas dejando solo a una preciosa criatura que es su viva imagen y que atormenta el recuerdo de mi pobre niño.


No sé porque le hice caso, pero se supone que a esto los expertos lo llaman “Autobiografía” yo prefiero que sea un diario, una guía para las nuevas generaciones, que lean, aprendan y sean tan honrados como un día lo fue su abuela o su bisabuela, yo no recuerdo como va eso. La edad.... eso si tiene gracia. Tengo 72 años, pero no recuerdo el día en que nací. Ni porque celebro mi cumpleaños en un día que se supone que no me pertenece. Tradiciones, tradiciones, siempre las mismas tonterías. Pero la gente no sé porqué, las adora, Navidades, Carnaval, Pascua... todo es motivo de fiesta y como consecuencia esos días es imposible dormir mas de ocho horas por la noche. Porque los festejos duran, gracias a los jóvenes, hasta el amanecer, cuando el sol les saluda, hacen como los vampiros, se marchan a dormir unas pocas horas. Eso no es vida, no puede ser bueno, pero son jóvenes ya aprenderán la lección mas tarde o mas temprano. Pero dudo que se arrepientan. Bien hecho.


En fin, vamos a lo que toca, Mi Autobiografía, haré lo que pueda, y no prometo aventuras interesantes, ni problemas con mafias, que se que a los chicos les encantan esas cosas. Los niños de mi época se volvían locos por jugar con un neumático o con unas chapas de refresco. Los de ahora solo quieren Marios y Luigis, o como se escriban y juegos violentos, cuanto mas violentos muchísimo mejor. Las chicas en cambio, nos quedábamos sentadas en nuestras sillas, cosiendo los vestidos de nuestras muñecas o saltando a la comba. O soñábamos con ser princesas. Ahora se sueña con tatuajes, sexo y no me extraña que hayan asesinatos, secuestros, violaciones y cosas muchísimo peores, no quiero ni imaginármelo.


No, eso antes no pasaba,antes eran otros tiempos, no eran mejores ni peores. Simplemente eran otros

viernes, 1 de abril de 2011

Mascaras


Doce de la noche, subes las escaleras a toda prisa, dejas caer una chaqueta, unos zapatos, una pulsera, un colgante, una lagrima y aunque estas alterada, consigues cerrar la puerta sin hacer ruido, sin despertar a nadie.


Apartas con los pies desnudos todo lo que encuentras a tu paso, ropa, muñecos, apuntes que no has tocado ni tocarás porque no tienes fuerzas y te lanzas sobre una cama vacia y deshecha, aferrandote a las sabanas con fuerza mientras ahogas otro grito que lucha por salir, y cuando sale, desgarra aun mas tu alma


Gritas, lloras, nadie viene en tu auxilio, solo recuerdos que te atormentan y no tienes la suficiente fuerza como para levantarte y enfrentarte al mundo sola.


Pasan las horas y la noche, tu larga compañera, la mujer del vestido de perlas que te observa desde la lejanía te da la única pista para seguir adelante, oculta en un cajón, una cosa que jamás pensé que volvería a sacar, que necesitaría de nuevo, algo que una vez enterré y juré no volver a desenterrar de nuevo


En el fondo de el cajón, entre recuerdos, los mas felices de mi vida, oculta entre el polvo, entre el paso del tiempo

Una vieja mascara, incolora, con una sonrisa perpetua, con una felicidad imborrable, solo se puede ver esa sonrisa, lo demás no esta, ni sentimientos ni pasiones ni tristezas, solo una falsa mascara que oculta sentimientos, emociones, una vieja mascara que solo deja ver una sonrisa, una que los demás pueden creer ciegamente mientras por dentro tu corazón se rompe en mil millones de pedazos


Quiero volver a ponérmela, la necesito, la deseo y por encima de todo, para que los demás no vean un alma rota que se pudre por dentro, algo que no quiere seguir viviendo pero que por insistencias de otros acabas por ponerte


Lentamente, con las manos temblorosas, acerco esa mascara a mi rostro, ya no hay marcha atrás.

Llevar una perpetua sonrisa en el rostro, una que jamás se apagara pase lo que pase, la falsa sonrisa de una mascara que es lo único que ahora mismo es lo único que me puede hacer avanzar.


Mi vieja mascara, esa que tenia oculta, esa que no pensaba sacar nunca mas, vuelve a mi rostro como el sol vuelve cada mañana a salir, la llevare toda la vida, para que aunque me muera y llore por dentro, podáis al fin, verme sonreír