Me desperté en una cama de hospital, aturdida, desorientada y con un montón de tubos conectados a mi cuerpo, con líquidos de colores y no recordaba nada.
Nombres, números, caras, todo lo que me enseñaban era extraño para mi, todo lo que decían que me pertenecía, que formaba parte de mi vida me resultaba desconcertante, nuevo, me daba miedo.
La gente me miraba, unas expresiones de pena, de dolor, de sufrimiento, me compadecían, creían que me moriría o algo peor, y lo único que me ocurría es que me había olvidado de quien eran, de quien era yo, y de mi propia vida.
Días, pasaban los días en esa cama de hospital, viendo las mismas caras desconocidas, aquellas expresiones de lastima, aquel intento de acercarse a mi para que recordase una vida que quizás ya no quisiera tener.
Una y otra vez las mismas fotos, las mismas canciones, las mismas historias en las que me ponían de centro de todo, yo me veía desde fuera, y no me gustaba aquello, una vida que ya no me pertenecía y que ellos me obligaban a volver a retomar, pero que yo ya no quería, ya no me interesaba, el nuevo yo era distinto y no aceptaba volver a una vida que ya no me producía ninguna sensación.
Un mes mas y salí de aquella habitación, de aquel hospital, de lo único que realmente recordaba, una cama de sabanas blancas y una enfermera fea y mal maquillada que todos los días me daba un café.
Lo primero que hice, fue sentarme en un banco, mirando a un niño jugar, una familia sonreír y una niña sentada a mi lado comiendo un helado, no se de que, pero parecía bueno
La gente, cuando sabe que no tengo recuerdos, que tengo amnesia, me contestan con un “lo siento” a lo que les respondo “no lo sientas, yo no lo hago”
2 comentarios:
>.<
Es triste, pero a la vez bonito.
Un sueño de renacimiento...
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