lunes, 7 de marzo de 2011

de mentiras y pasiones




No es lo mismo, o eso dicen, el sentir las manos de aquel a quien amas que sentir unas manos desconocidas haciéndote lo mismo una y otra vez durante una larga tarde de calor en pleno agosto, pero cuando lo haces por venganza, es un peor, mucho peor


Aun recuerdo el porque decidí hacer eso, una noche sin amor, una noche sin pasión, lo mismo que tu me habías hecho, y que aun sabiéndolo, me lo negabas una y otra vez.


Así empezó este juego de mentiras y traiciones, y 10 años después sigo jugando en camas ajenas dejándote pistas a la vista, que tu por tu estúpida ceguera no eres capaz de ver.


Recuerdo perfectamente el día que te conocí, tras esa mata de cabellos oscuros y ese aliento a vodka negro te encontrabas ahogando tus penas en esa sucia barra de bar, lamentándote por otra conquista fallida, otro mal de amores que perdías poco a poco al igual que la consciencia en el fondo de un vaso sucio al que llamabas cariñosamente “Marck”.


Me senté a tu lado simplemente por lastima, te veía solo y como todo el mundo parecía dedicarse a vivir sus vidas, yo, por estupidez me dedique a darte el consuelo que el alcohol no podía darte.


Ese fue el primero de mis fallos, y el que mas caro pagaría, no se como, pero de una sonrisa, acabé en la cama de un motel de carretera barato ofreciéndote mi cuerpo, por lastima, porque me dabas pena y para ahogar mi soledad entre gemidos fingidos y caricias sin sentimiento ni valor.


Ese fue el primero de muchos desastres sentimentales en mi vida junto a ti, no se como lo hiciste, aun no lo he logrado averiguar ni creo que lo haga nunca.

Aun y así, esas escenas de motel de carretera se iban repitiendo una y otra vez, durante meses, hiciera frío o calor, estuviera ocupada o no, siempre aparecías tras tu melena oscura y tus pintas de matón de barrio cutre y sin credenciales pero que a mi me acabaron enganchando como la peor de las drogas, la mas adictiva; el sexo salvaje y sin control en el que nos meciamos todas las tardes y noches que te dignabas a venir a por mi, cuando necesitabas del calor de mi cuerpo, ni una palabra amable, ni una sonrisa, solo me tirabas del brazo para meterme en tu furgoneta vieja y blanca y me llevabas a otro de los miles de moteles que conocías, cada noche una cama distinta, una decoración cutre y el mismo olor a rancio de todos ellos y tus manos de nuevo por mi cuerpo, haciéndome temblar de puro placer.

Aprendí sin saber a dejar de fingir, a disfrutar de tus sensuales y carcamales actitudes, a depender de tus manos y tu cuerpo mas que del aire para respirar.


Poco a poco esa rutina fue variando, venias menos, a veces pasaba semanas sin verte, y cuando pensaba en rehacer mi vida, porque no tenia nada contigo mas que el calor de una cama, aparecías de nuevo, mas desgastado, feo y estropeado, pero con la misma fuerza en la mano, la misma furgoneta blanca y el mismo tipo de motel, y yo, tonta de mi, caía de nuevo en tus manos, tus caricias y tus mentiras silenciosas.


Al final mi paciencia y mi dependencia dijeron basta, quise cambiar, empezar una vida nueva con alguien que no solo me quisiera para una noche de pasión amarga y con olor a rancio, me busqué a alguien normal, un don nadie de traje y chaqueta, flores y bombones, todo eso hortera que tu jamás me dabas y que yo, muy en lo profundo anhelaba; pero no me llenaba, me faltaba algo que no era capaz de darme, esa pasión y ese desprecio que solo tu eras capaz de darme.

Aun y así, seguí con mi mentira hasta tal punto que no hubo vuelta atrás e hice lo peor que debía hacer, casarme con un don nadie, alguien a quien no amaba solo porque era distinto a ti, solo porque creí que me lo impedirías, pero una vez mas me equivoqué.


Si apareciste, pero cuatro meses después de cometer otro fallo, apareciste en la puerta de mi casa, cuando el no estaba, detrás de esa mata de cabellos oscuros y ese olor a Vodka tuyo, tu mano me sujetó con fuerza, como siempre y tiraste de mi a esa furgoneta blanca, y aunque quería negarme, no lo hice, te seguí a esa furgoneta de la que ya conocía el camino a seguir, un sucio motel de carretera con olor a rancio y una tapicería que solo usaría mi abuela.


Una vez mas caí en tus redes, volviste a ser mi droga, lo único que merecía la pena de un matrimonio sin valor, sin amor, ni siquiera sin sexo porque no dejaba que me tocase, solo podías ser tu.


Llevo 10 años con este juego de mentiras y placeres, como si no pudiera escapar de el, y realmente no quiero escapar.

Sentada en una silla, tejiendo porque si, espero que vuelvas a llamar a mi puerta, a coger mi mano y que por una vez, no sea una escapada de una tarde o una noche,espero que sea la escapada de una vida, que me alejes de esta rutina en la que yo misma me he metido y que te lleves conmigo el fruto de un amor prohibido que llevo en mi vientre.


Mientras esos pensamientos siguen en mi....alguien llama a mi puerta.

No hay comentarios: