lunes, 12 de septiembre de 2011
Moonsika creaciones: 1º Sorteo Moonsika!!!
jueves, 8 de septiembre de 2011
Despedidas
Era casi como un ritual, una vez cada dos o tres meses solían reunirse todos en un bar, a charlar, a pasar el rato y tomar algo, la cosa más normal del mundo, pero todos aparecían siempre, con algo que contar, algo que mostrar así que lo convirtieron en una tradición mejor, enseñar en esas reuniones como avanzaban sus vidas, sus sueños, los caminos que todos ellos habían escogido y la vida que llevaban.
Incluso ella, reservada, silenciosa, aparentemente ausente siempre traía alguna cosa, alguna anécdota que no dejaba entrever si su vida iba bien o era un completo desastre, siempre envuelta en misterios pero demasiado bonachona como para negarse a aquellos rituales que a todos parecía importarles mucho “así vemos como maduramos” le decían cuando ella preguntaba sobre la importancia de aquello
“nos vemos más a menudo si hacemos eso, es para no perdernos”
Aquello no lo entendía, ¿perderse? ¿Acaso cada uno no había escogido su camino? Entonces ¿porque ese miedo a perderse? Si tan seguros estaban todos de sus decisiones no tenían porque tener ese temor, pero eso se lo quedaba para ella, no era necesario hacer preguntas sobre algo que no tendría respuestas.
Aquella vez todo parecía como siempre, a la misma hora, en el mismo local, la misma mesa de siempre y la misma camarera rubia con un moño y mascando chicle tomando nota de los pedidos de todos
En total se juntaban en aquel local unas 10 o 12 personas según el día, todos con sus bebidas, sus bolsas de patatas, sus carpetas, mochilas como si salieran de clase, aunque tuvieran casi los 30 algunos de ellos parecían niños.
Una vez tenían todo lo que necesitaba empezaba el momento de que cada uno de ellos mostrase ante los demás como avanzaba su camino
El primero de ellos fue un chico de casi 27 años uno de los más jóvenes que sacaba con orgullo de una maleta de color negro unas partituras y explicaba animadamente que eran para un concierto que de violín que tenía que hacer en un gran teatro en Roma, las pruebas lo habían salido bien y había sido seleccionado para un solo, estaba tan emocionado que le temblaban las manos.
Los demás le alabaron y animaron con su camino, alguno incluso se atrevió a confirmar que iría a verle a Roma en directo, con las continuas carcajadas de sus compañeros.
La siguiente en mostrarse fue una chica de sonrisa risueña y cabellos castaños cortos que con su alegría dejo sobre la mesa una ecografía mientras cogía de la mano al hombre que tenía a su lado, presentando a los demás a sus pequeños, unos gemelos que nacerían en 7 meses gracias al esfuerzo de la pareja y las modernas tecnologías.
Felicidad para todos, alegrías y alguna otra chica empezó a darle consejos de cómo pasar mejor esos 7 meses, preguntas de madres primerizas a la nueva mama, incluso ella sonrió tímidamente, nadie pudo percibirla, un segundo fugaz.
Un tercero se animó a hablar, aunque no hacía mucha falta, todo el mundo ya conocía la noticia, se los pocos afortunados a los que había tocado la lotería, el premio gordo de Navidad, y mostraba una fotocopia del boleto premiado con orgullo “Los bancos se peleaban por mí, es la primera vez en mi vida que un banco no me llama para recordarme que debo dinero, y encima me llaman señor” explicaba entre risas, con su aspecto desaliñado nadie diría que era millonario “hoy invito yo, esta vez me lo puedo permitir”
Algunos recelosos no dijeron ni un gracias, a veces la envidia es mala consejera, actúas como no deberías y cuando ya es tarde y te arrepientes, no hay vuelta atrás, pierdes un amigo, una familia, todo o nada.
Al fin le tocó el turno a ella, siempre hablaba de casos sin importancia, de anécdotas un tanto curiosas que a veces y sin quererlo rozaban lo desagradable.
Abrió su mochila y de ella sacó una carpeta de colores claros que parecía bastante nueva, y dejó unos papeles sobre la mesa, invitando a los presentes a leerlos, era un diagnostico, pero el nombre del paciente estaba cubierto por una tira de papel blanco que no dejaba ver nada a los presentes.
Tragó saliva y dejó pasar unos minutos, para que la gente le prestase un mínimo de atención, por primera vez en todas aquellas reuniones, sentía la necesidad de hacerlo.
-La persona a la que se le ha entregado este diagnostico, posiblemente le queden no mucho más de diez años de vida, en dos o tres años empezará a andar de manera torpe, lenta y algo inestable, pasando a vivir en una silla de ruedas ya que sus movimientos serán mucho más lentos y al final acabará viviendo en una cama de hospital porque será incapaz de vivir sola.
También perderá poco a poco la capacidad de hablar, de comunicarse verbalmente, y en los últimos años de su vida tan solo una pizarra será su voz.
Es muy posible que no muera por ninguna enfermedad, el 80% de los casos suelen fallecer porque se atragantan con la comida y como no pueden pedir ayuda mueren tras una pequeña agonía.
Las caras de la gente que estaba allí iban poniéndose poco a poco más serias, menos de niños y más de lo que eran, adultos.
-La persona a la que le han diagnosticado esta enfermedad soy yo- un vaso se cayó de la mano de alguien, algunos dejaron de comer, otros simplemente no se lo creían, algunos hicieron el primer gesto para tratar de consolarla
-He venido a despedirme, ya que esta será la última reunión a la que voy a asistir, no volveré a veros, no quiero que el último recuerdo que tengáis de mi sean en una cama de hospital, sintiendo lástima por mi y llorando después en mi funeral dentro de unos 10 15 años. Por mucho que aprecie mínimamente vuestros gestos de lastima no quiero veros, no quiero que sufráis por algo que es incurable, e imposible de detener, quiero tener el recuerdo de esta última reunión mientras pueda, y por eso terminaré mi reunión ahora.
Recogió su diagnostico, lo guardó en su carpeta y sin dar tiempo a nadie más, se levantó de la silla, se marchó del bar y no se dejó ver por ningún lugar conocido nunca mas